"Todo lo sólido se desvanece en el aire..." decía con la misma poesía que contundencia Marx. Y así fue. Mucho antes de que le gatillaran dos veces en la cabeza a la principal referente y que como represalia, al potencial asesino, solo se lo subiera a un patrullero sin esposar. Era el huevo de la serpiente de un mundo que se desvanecía. Y no lo quisimos mirar.