Lo malo de no creer en los discursos - Por Miguel Contissa

Es muy común observar que no solemos consignar visos de posibilidad a muchos discursos que emiten los candidatos políticos o quienes detentan el poder de modo ocasional. Lo común en nosotros, es suponer que no realizarán a pie juntillas sus advertencias o sus promesas electorales. Claro, poco tiempo después terminamos sorprendidos, tal como está sucediendo en este tiempo, en el que no podemos creer cómo un desquiciado mental, un psicótico digno de enchalecar, está ocupando la presidencia del país y, además, destruyendo todo lo que esté al alcance de su mano.

No me detendré en las causas que provocan estos desenlaces políticos. Ustedes las conocen. Quiero subrayar esto de la incredulidad en los discursos, en eso de “no, no creo que lo haga” o "no creo que sea así", para luego sentarnos a esperar.
Claro, cuando luego vemos los hechos consumados, nos queremos cortar las pelucas con una vainilla luego de mojarla en el chocolate.
Les daré un ejemplo de hace 50 años atrás para que me digan ustedes si el “consorcio antiperonista” cumplió o no –más allá del tiempo demorado –, eso de “romper todo si no nos votan”. 
El 9 de marzo de 1973 el entonces general Alejandro Lanusse a cargo del gobierno de facto y en víspera de las elecciones generales en las que triunfó el peronismo por amplio margen, espetó la siguiente amenaza que, con el tiempo, terminó cumpliéndose muy a nuestro pesar, pero a la que no supimos darle importancia en su momento. Dijo el entonces presidente golpista:
“Mañana, puede ganarse o perderse todo. Se puede ganar, definitivamente, la existencia de la auténtica democracia, en libertad, con paz, con justicia social y dignidad humana (…) 
Pero del sufragio también puede resultar que la República pierda y se sumerja en la anarquía, la obsecuencia, la delación, la corrupción, el engaño, el mesianismo, el envilecimiento de las instituciones, el cercenamiento de las libertades, la implantación del terror y la tiranía o la subordinación a la voluntad omnívora del hombre (…)" 
¿Sucedió o no sucedió?
¿Porqué se animó a semejante amenaza Lanusse?... ¿Era un profeta?...  No, es sencillo, puesto que ya en ese momento ellos tenían a su gente trabajando dentro del peronismo para destruirlo desde adentro (1). 
Aquí tampoco le creímos a Perón cuando nos advertía sobre los infiltrados y sus propósitos. 
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(1)“…Lo que nadie sabía entonces y se mantuvo en secreto, era que Firmenich –cuando menos desde 1973 – había estado trabajando como informante de inteligencia del Ejército (…) la confirmación viene del ex embajador norteamericano Robert Hill (…) que dijo que Alberto Valín, un coronel que trabajaba para el Batallón 601 de Inteligencia, le confió que era el que trataba con Firmenich. Valín, considerado por la embajada “definitivamente creíble”, había dado a los norteamericanos abundantes datos de inteligencia “invalorables”. Martín Andersen: “Dossier Secreto” – Pág. 143 ; Editorial Planeta, 1993

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