El presidente, durante su discurso de apertura de las sesiones ordinarias del Congreso Nacional, se refirió a la inversión pública. Empezó afirmando “que era uno de los curros más grandes de la política”, y con el ya conocido simplismo argumentativo, imagino que para él, es motivo suficiente, no para corregir dicho “curro”, que sin duda ha existido en mayor o menor medida y con actores de ambos lados del mostrador, sino para eliminar la inversión pública del vocabulario del gobierno.
Pero no lo dejó ahí. Siguió afirmando que se engaña a la gente “cuando dicen esa mentira de que la obra pública genera trabajo”. Una vez más, y van……, Milei simplifica hasta el límite el argumento asegurando que el empleo demandado por la obra pública, es empleo que se pierde en otras áreas del sector privado.
Lo primero y elemental que uno podría decir al respecto es que, si hubiera pleno empleo, es decir que todas las personas que quieren trabajar están trabajando, podría darse que se genere un traslado de algún sector hacia la inversión en obra pública. Este burdo y tambien simplista argumento sólo sirve si miramos únicamente el efecto directo de la inversión publica como demandante de empleo.
Pero, si realmente le interesara a Milei ponerle un poco de seriedad a sus dichos, debería considerar el para qué y el porqué de la inversión pública. Mal que le pese, la inversión pública, en Argentina y en cualquier país, es necesaria fundamentalmente, para dotar al país de una infraestructura en caminos, puentes, puertos, hospitales, escuelas, universidades, investigación y desarrollo, etc. etc., que, dadas las condiciones imperantes en la economía, al sector privado muy probablemente, no le resulte rentable.
La respuesta del libertario podría ser: si no es rentable no hay ningún incentivo para que se haga. Esa respuesta encierra otra, que es: el que no tiene recursos, no tiene porque acceder a salud, educación, a trasladarse, entre otras. Y es esa, la mirada libertaria, no ya de la economía sino de la vida. Sálvese quien pueda, quien pueda pagar el precio que el mercado determina, de los bienes y servicios que el mismo mercado decida producir.
Sigue diciendo “Es falso porque las obras públicas hay que financiarlas y se financian con impuestos, ya sea de impuestos explícitos o con emisión monetaria que deriva después en el impuesto inflacionario o con deuda, esa inmoralidad que castiga a las generaciones futuras”. La coherencia de Milei se puede ver en que no abandona su visión simplista de las cosas.
Asume que, de una u otra manera, financiar la inversión pública, es o inflacionario o endeuda a las generaciones futuras.
Claro, que mal hecha, es probable que la financiación de la inversión publica pueda derivar en esos dos problemas, es tan cierto como que, bien planificada y dirigida a dotar al país de mejoras que redunden en aumento de la eficiencia y productividad de la economía en su conjunto, no lo sería.
Resulta llamativo que, sin embargo, no utilice el mismo argumento con la inversión pública que el gobierno ha hecho recientemente en 16 aviones de guerra (de dudoso funcionamiento) o en el empeño por aumentar la deuda (que pagarán las generaciones futuras) con el FMI, sólo para sostener pisado el tipo de cambio.
Continúa argumentando que con la inversión pública se quitan recursos para desarrollar “Áreas donde sí la gente quería gastar, y no estas cosas de prepo hechas por el Estado que solo benefician a aquellos que la ejecutan y nada a los argentinos de bien”. Asume, caprichosamente como cierto, que las inversiones públicas sólo benefician a las empresas que las ejecutan. Es tan falso el argumento que no deja otra alternativa que pensar en la mala intensión de Milei afirmando esto.
Un dato, según las estimaciones del FMI, cada aumento del 1% del PIB en la inversión pública podría expandir el PIB en un 2.7%.
Perdón que sea tan obvio, pero un sistema de cloacas y agua potable para una población, ¿solo beneficia a las empresas constructoras? O la gente que podrá contar con ellas no son gente de bien ¿De verdad Milei?
Es cierto que la gente quiere gastar en cosas que le reportan un beneficio. ¿Quién no quiere tener un excelente hospital en su zona? Ahora, la pregunta es si la gente puede afrontar semejante inversión.
Cierra el tema de manera inaudita. “Por lo tanto, espero que por lo menos del debate público después de quedar claro esto, erradiquemos esa mentira de que la obra pública no genera puestos de trabajo, la obra pública genera impuestos”.
Si no fuera el presidente, con un titulo de Lic. en Economía (no tiene ningún doctorado), se podría pensar que es casi una broma.
La construcción y puesta en funcionamiento de una Universidad Pública, para Milei, sólo genera impuestos !!!! Por lo tanto, si no se hace, pagamos menos impuestos y, nuevamente, estudiara el que pueda pagar.
Como cierre del análisis de lo dicho por el presidente, diría dos cosas.
La primera es que pienso que Milei cree en lo que dice, porque como casi todo su andamiaje teórico, es sólo de pizarrón. Absolutamente divorciado de la realidad. Una situación casi anecdótica, un debate menor, que podría pasar sin ningún tipo de relevancia, en una clase o charla de teoría económica.
La segunda, verdaderamente preocupante, es que se trata de un planteo del presidente ante la Asamblea Legislativa en donde se supone presenta el plan de gobierno para el año. Y en ese ámbito de central importancia, Javier Milei nos dijo a los argentinos y argentinas, que no va haber inversión pública, no ya porque “no hay plata”, sino porque no genera empleo, solo le sirve al que la hace, a los que están en el curro y porque genera impuestos.
Esta definición del presidente, lamentablemente refuerza mi postura en cuanto a que, si al gobierno le va bien, a la gran mayoría de argentinos y argentinas nos va a ir muy mal.