En la madrugada del jueves 8 de diciembre robaron en la ESRN 123. Ingresaron por el fondo, rompieron dos ventanas y se llevaron insumos tecnológicos.
Como comunidad educativa creemos importante invitarlos a la reflexión:
Violentaron nuestra Escuela Pública. No es la primera vez. El daño no es sólo lo material que han robado. El daño es mucho más profundo que la pérdida de algunos dispositivos, aunque imprescindibles, siempre habrá oportunidad de reposición.
La herida es profunda en el concepto de lo PÚBLICO, de lo que es de todos. De aquellos bienes y de aquella subjetividad construida desde que la ESCUELA PÚBLICA es la construcción social y política más importante de nuestro país; sea la ciudad que sea, sea la región que sea.
Es la herida infringida al esfuerzo de generaciones y generaciones que aportaron lo suyo para que la ESCUELA PÚBLICA sea el lugar de la socialización, el lugar de los saberes, el lugar de la escucha, de los consejos, de los "refuerzos alimentarios", etc.
Algo sucede en el cuidado de estos espacios educativos y socioculturales cuando, desde los que tienen la responsabilidad política de gestión, no abonan en la construcción de mejoras edilicias ante los reclamos de la comunidad educativa en pos de una mejor seguridad del predio.
Algo sucede cuando las reparaciones mínimas de las instalaciones no se realizan y dificultan las actividades. Algo también sucede cuando desde las responsabilidades políticas en la gestión te dicen que los insumos básicos, x ej. insumos para los laboratorios (reactivos e implementos de seguridad) por citar sólo un ejemplo; deben costearse desde la Escuela.
Como integrantes de esta comunidad venimos reclamando desde hace mucho tiempo por la seguridad de la institución, a la que veíamos vulnerable y creemos que este suceso podría haberse evitado si en algún momento las autoridades hubiesen escuchado los continuos reclamos sobre la inseguridad de nuestra escuela, el patio trasero súper vulnerable a hechos de vandalismo en forma permanente, sin portones, con alambrados caídos, sin luminaria y sin cámaras. En reiteradas oportunidades solicitamos vía mail que se reforzaran las rejas y las ventanas, que se cortara el pasto del perímetro delantero y trasero. Tampoco tenemos certezas sobre el correcto funcionamiento de la alarma porque cambian de proveedores que no se contactan con la escuela.
Sentimos una enorme impotencia porque vemos el deterioro sistemático de la escuela, informamos a diario al sector de mantenimiento cuestiones que realmente tienen urgencia de reparación y están relacionadas con la seguridad de la escuela y no recibimos ninguna respuesta.
Para finalizar queremos compartir esta definición del pedagogo Hernández Arroyo «¿Qué pedagogía y qué magisterio serán capaces de acompañar cuerpos infantiles rotos por la pobreza? ¿Qué escuela acompañará a los adolescentes y jóvenes que habitan en los márgenes? Cuando las imágenes de la adolescencia y la infancia se quiebran, las metáforas del magisterio y de la pedagogía se quiebran también».
(Hernández Arroyo, Universidad del Nordeste, Brasil. En Escuelas y Pobreza, Patricia Redondo ).