El 24 de marzo es una advertencia sobre el presente. Marca el inicio del ciclo represivo más cruento del siglo XX y el comienzo de una estricta revolución que guardaba como propósito una transformación radical de la arquitectura económica, social y cultural del país. Por eso la dictadura acalló todas las voces para fundar otra Argentina. Y, en lo esencial, pudo lograrlo.

La política en los últimos años se ha vuelto un espectáculo decadente, sin ningún tipo de atracción para una porción creciente de la población. Hay muchos factores confluyendo para explicar esto: las nuevas tecnologías que nos encierran en nuestra burbuja algorítmica, la multiplicidad de estímulos, las promesas de bienestar y riqueza fácil al alcance de dos clics, etc.