
La política en los últimos años se ha vuelto un espectáculo decadente, sin ningún tipo de atracción para una porción creciente de la población. Hay muchos factores confluyendo para explicar esto: las nuevas tecnologías que nos encierran en nuestra burbuja algorítmica, la multiplicidad de estímulos, las promesas de bienestar y riqueza fácil al alcance de dos clics, etc.