Estudiar el lugar en que nací

Martín Chávez se crio en el Alto de Bariloche y este año salió primero en el orden de mérito de becas doctorales de CONICET en la comisión de Literatura. Un logro enorme para cualquiera que desee ingresar a la investigación. Sin embargo él dice que el logro no fue tan personal.

Bariloche, 16 de mayo de 2024.- Claramente Martín Chávez se destaca. Su promedio de carrera fue de 9.95, un récord histórico para la universidad. Estudió la Lic. en Letras en Bariloche, en la Sede Andina de la Universidad Nacional de Río Negro. Con algunas publicaciones en revistas académicas y un buen proyecto, se posicionó primero en la larga lista de postulantes de la Comisión de Literatura, lingüística y semiótica en las Becas doctorales del CONICET para este año. 
¿Cómo llegó allí?, ¿fue un logro individual basado en mucho esfuerzo? Hay mucho de verdad en esta última hipótesis: Martín es una persona metódica e inteligente; y él cuenta una historia que hace comprender otras circunstancias.
Martín está por cumplir 30 años y se recibió el año pasado. Tiene una mirada serena debajo de sus rulos morenos. Cuando habla, muestra las manos abiertas sobre la mesa y se sienta erguido. Cada palabra tiene historia en él y por ello las elige con cuidado. Le costó mucho acceder a ser entrevistado; dice que no le gusta la exposición, aunque aceptó porque era una manera de mostrar su agradecimiento y la dedicación de quienes lo acompañaron en la universidad.  
Al publicarse los resultados de la terna de CONICET, las autoridades de la Sede Andina lo convocaron para que contara su recorrido: “me esforcé mucho, pero también me ayudaron mucho. Mi mamá por un lado y mi compañera, que hizo toda la carrera conmigo y compartíamos lecturas. También quienes fueron mis docentes, que me ayudaron a darme cuenta de que podía publicar mis trabajos y entonces me motivaron para  trabajar con ese fin”, contó Martín con parsimonia. 
Cuando era pequeño su mamá se puso a estudiar magisterio en el Instituto de Formación Docente de Bariloche. Como no tenía suficiente dinero para dejarlo con una niñera, o no contaba con alguien de confianza, Martín se quedaba en la biblioteca del instituto donde descubrió el mundo de la literatura.
Le encantaba leer, pero no supo hasta los 23 años que eso podía relacionarse a una carrera. De hecho, primero se inscribió en la carrera de Administración de la UNRN, aunque no era para él, según contó. A los 24 se inscribió en la licenciatura en Letras de la UNRN. Gracias a que su madre pudo ayudarlo económicamente y que recibió la beca al Mérito de la Universidad Nacional de Río Negro durante toda su formación, pudo trabajar menos horas y dedicarse más al estudio. “Lo di todo” dijo, “rendí cada final como si fuese el último”.
Vivió en los barrios Las Mutisias y Omega II, dos barrios populares de la ciudad. Cursó la primaria en la escuela Nº 16 y la secundaria en la ESRN Nº 99, en Rolando entre Tiscornia y Albarracín. De esa etapa recuerda que en esa época “no se incentivaba mucho eso de seguir un camino para ingresar a la Universidad”. Cuando terminó la secundaria, se puso a trabajar de mozo para una empresa de turismo estudiantil. Al año siguiente, al darse cuenta que tenía algunas facilidades para la gestión, se presentó en la carrera de Administración. “Mi primer impacto fue muy duro al ingresar a la Universidad, porque pese a que había estudiado mucho, me saqué un 2 en el examen de ingreso, lo que me generó mucha frustración”. Lo primero que pensó fue “esto no es para mí, soy un burro”. 
Luego, un poco más grande, se dejó llevar por su verdadero interés: las carreras humanísticas y las letras. Leyó filosofía y mucha literatura argentina, Borges en especial. Fue entonces que se anotó en la licenciatura en Letras.
“Fue fuerte la diferencia entre la literatura y los textos de conceptos teóricos. Fue muy difícil adaptarme a ello” cuenta. “Me estudié hasta el hartazgo mis resúmenes”. Su primer parcial fue de Fundamentos de la Antropología. Se dijo a sí mismo: “Me voy a presentar al final y ya está. De última, la literatura me seguirá gustando”. Se sacó un 9. “Me corrigieron mucho la ortografía” dice con un poco de pudor. 
 
El mundo de los artículos científicos
Sus docentes le hicieron ver que algunos de sus trabajos podían transformarse en publicaciones en revistas o congresos científicos. En 2019 participó de un proyecto de investigación con los docentes Bibiana Misischia y Martín Goin, que le permitió aparecer como colaborador de un artículo de una revista de Mar del Plata. 
Así fue acortando la relación entre estudiante e investigador. “Me sorprendí viendo que esos trabajos podían ser algo similar a los que leíamos en la carrera”. Martín descubrió que había revistas que publicaban trabajos de estudiantes y aprovechó esas oportunidades. Siguió publicando sus mejores trabajos. En una revista chilena publicó un artículo sobre el poeta cubano, Julian del  Casal a partir de una monografía que hizo para la materia Literatura Latinoamericana II; luego otro sobre lingüística cognitiva en Alma Matter, de Argentina, que tuvo su primera versión en  Lingüística II. Más tarde cursó una materia optativa sobre literatura y cine donde sus docentes posibilitaban a sus estudiantes publicar el trabajo final en la revista Hiperbórea del Laboratorio de Texto, Imagen y Sociedad (LabTIS – UNRN).
En la pandemia quiso ser ayudante de la materia de la docente Marisa Malvestitti, quien luego fue su directora de tesina, de la beca CIN y luego de la de CONICET. Colaboró desde esa asignatura en la configuración del campus virtual de la universidad, dice que allí entendió mucho sobre cómo se organiza una materia.
En la tesina estudió las distintas formas de nombrar el Alto de Bariloche y a partir de la Beca Estímulo a las Vocaciones Científicas, que otorga el Consejo Universitario Nacional, abordó las toponimias de la lengua mapuche. Actualmente, y también a partir de una beca,  estudia particularidades gramaticales del habla regional; en sus palabras es algo así como  “adentrarse en algo muy profundo del lenguaje, no tan evidente, en la forma de hablar de Bariloche, que tiene matices propios y diferentes a la forma de hablar porteña. Se relaciona a cómo ordenamos las palabras, la estructura. A partir de allí también pueden entenderse procesos de nuestra historia, podemos vislumbrar cómo se hizo esta sociedad, de dónde viene la gente, desde dónde migran, cuáles son las relaciones de las personas, dónde viven…”. 
El joven investigador en formación asevera: “Investigar sobre Bariloche me permite aprender más sobre el lugar en donde nací y aportar al conocimiento de la sociedad, la cultura y la historia de la ciudad”. 
Actualmente, mientras espera que inicie la beca, trabaja como docente en una escuela secundaria de Bariloche y cursa el Doctorado en Ciencias Sociales y Humanas de la UNRN en esa ciudad. 
 
*Por: Fabián Viegas Barriga

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