Somos testigos y estamos en presencia de sucesos que jaquean la democracia y condenan a los diferentes Estados, sometiéndolos a un tiempo o etapa de autodestrucción planificada y metódica.
Que el derrotado electoralmente opte por desconocer la victoria de su circunstancial oponente y por ende, desprecie a la mayoría de los votantes de su país, resulta ser una mecánica burda pero efectiva para promover mediante la división y el odio, la desestabilización del país que no logró gobernar o cuyo nuevo intento no obtuvo el primer lugar buscado.
Lejos de aceptar el rol de opositor, contralor o representante de la primer minoría que la democracia y la cantidad de votantes le han otorgado, el lider perdidoso, rodeado de aduladores y poderosos que avalaron con dinero ese proyecto, y que seguramente temen perder privilegios o posiciones de poder, optan por generar a modo de castigo, consecuencias disvalosas y desestabilizantes a su propio pueblo, todo ello, vuelvo a repetir, únicamente por no haber sido avalados por la circunstancial mayoría de un acto eleccionario.
Los sucesos de Brasil son las consecuencias de quienes han decidido que la democracia solo puede "caminar" con una sola pata y representación posible, en este caso la propia.
Siguiendo una especie de manual o instrucciones de uso, quienes no aceptan ni reconocen haber perdido, promueven inmediatamente una campaña degradatoria que incluye acusaciones a los contrarios de populistas, ignorantes e incapaces, achacandole futuros e inmediatos fracasos de gestión y delitos que ni siquiera han sido juzgados o dirimidos por la justicia.
Como si fuera una moda o una pandemia que se expande, los golpes de estado blandos, ya hicieron estragos en Perú y Bolivia, siendo el mismo que hoy se promueve en tierras cariocas.
La mesiánica "doctrina Trump", que llevó a sus seguidores a tomar el Congreso de los Estados Unidos, se aplica en estos precisos momentos con fuerza en Brasil de mano de los bolsonaristas.
Seguramente es tiempo de que los organismos internacionales y Estados evaluen sanciones contra aquellas personas, empresas y estructuras que castigan a los ciudadanos sometiéndolos a una transición forzada, sin respetar y desestabilizando el periodo de gobierno de quienes democráticamente obtuvieron la mayoría para dirigir los destinos de un país.
Es eso, o será aceptar y asumir como válida la modalidad de veto que pretenden imponer para herir de muerte la democracia, aquellos que desde el poder político, económico, militar o religioso no aceptan la mayoría democrática en la convocatoria electoral de cada país.