En la primera entrega, se hizo referencia al “voto bronca” y a los efectos que causó esa decisión popular que fue, a todas luces, una suerte de purga que afectó a una parte importante de la dirigencia política “clásica”, por lo general, compuesta por aquellos de ideología líquida.
Hasta ahí, fenómeno. Pero ¿cómo sigue, o mejor dicho, cómo puede seguir la historia para que no se continúe afectando la vida de todos los argentinos si aquella purga ahora es aplicada a toda la población, especialmente a los sectores medios y bajos? Porque eso es lo que está sucediendo. ¿Hay necesidad de purgar a quien come salteado como caballo de ajedrez?
Convengamos y digámoslo en términos vulgares: este tipo “está chapita”. Con un agravante de último momento: su jefe de gabinete dice que “el presidente no entiende la política interna del país.” Por lo tanto, su continuidad pone en riesgo la paz social y toda la estructura productiva tal como la conocemos.
En consecuencia, aún así revolcada y deshilachada como se encuentra por el tsunami de octubre, “la política” deberá encontrar con premura una solución a su propio eructo, para lo cual deberá tomar todas las medidas institucionales que correspondan para evitar daños mayores en el cuerpo social, político y económico.
Ahora bien, en nuestro país, “la política” tiene un actor principal, un eje sobre el que, según cómo esté funcionando, puede reencauzar el destino de la Patria hacia la consolidación de su libertad, su soberanía y la justicia social o, de lo contrario, conducirla a un mero rol de colonia, subordinado al arbitrio de potencias ultramarinas.
En este sentido, el único con base doctrinaria sólida y moderna (y esto va para los que piden “nuevas canciones”) que puede ejercer ese rol es el peronismo, por ser un Movimiento que cuenta con una ideología de liberación y consolidación de lo nacional que puede enfrentar con éxito a la otra ideología, aquella de la dominación y explotación de los pueblos. Y esto quedó demostrado en cada oportunidad en las que se logró aplicar sus principios doctrinarios, es decir, en el período 1945 – 1955 y ya en este siglo, en el momento que gobernó Néstor Kirchner con su “década ganada”.
Hasta aquí, “todo muy rico y todo muy lindo”, pero ¿qué pasa cuando los dirigentes que conducen institucionalmente al peronismo no están a la altura de las circunstancias o no se ajustan a aquellos principios ordenadores de la Doctrina? Y agrego una pregunta más: ¿los distintos dirigentes que ocuparon cargos en estos 40 años de democracia, dentro del peronismo, tuvieron una sólida y profunda pertenencia a esos principios o su aparición esporádica fue consecuencia de arreglos cupulares con otros partidos o fruto de ingresos individuales por los ventanales (“entrismo”, dirían los troskos) para ocupar lugares expectantes en las listas de candidatos?. Esto es muy importante aclararlo en estos tiempos, y especialmente hoy, porque estamos frente a esta anomalía de la política que es aprovechado por el antiperonismo para continuar con su afán destructivo.
Por eso es necesario aclarar que no todo lo que se hizo en los momentos en que el “peronismo institucional” conocido como “el partido”, a través de la conformación de frentes electorales, fue política peronista. Es NECESARIO y URGENTE aclarar estas cosas para no reiterar errores y saber con certeza si los dirigentes que puedan surgir de ahora en más, nos conducirán al puerto esperado.
Tenemos que saber quién es quién, no para excluir sino para estar seguros de que cuando se decida otorgar el bastón de mariscal, el receptor no defeccione al andar tomando medidas pertenecientes a otras corrientes políticas, tal como hemos visto en los últimos tiempos en los que, entre algunos socialdemócratas y otros progresistas, travestidos todos de peronistas, ejecutaron políticas ajenas y hasta contrarias a los intereses de las mayorías populares.
Y esto sucedió y podrá seguir sucediendo, porque el peronismo es como un "bondi" al que le se le conoce el recorrido. Por eso, al “colectivo peronista” suele subirse todo tipo de personajes con pertenencias políticas variopintas, pero intereses similares, esto es, OCUPAR UN CARGO para solucionar su presente económico o sus ansias de ser honrado por la función pública. Por ello, vienen de otros partidos o de la actividad privada. ¿Qué hay que hacer para subir y llegar?. Fácil, decir que flin flun flanfla y listo. Y esto, lamentablemente es permitido por la dirigencia política peronista porque este arribo de personajes externos, sirve a la hora de dirimir el poder interno.
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Afortunadamente, aquellos que habían utilizado los espacios políticos recibidos del peronismo institucional y cuyas preferencias ideológicas no eran las del peronismo, fueron arrastrados por el tsunami de octubre. Varios de ellos tenían aquellos “sueños húmedos” (como dicen ahora) del alfonsinismo que aspiraba a la conformación de un “tercer movimiento histórico” como síntesis del peronismo. Bueno muchachos, lamento decirles que eso acabó y quedó en las sábanas. Despierten.
Por eso reitero: es necesario y URGENTE que la conducción política del Movimiento Nacional esté en manos peronistas por ser el eje del mismo. Para lo cual, primero habrá que abandonar el método “digital” y convocar a elecciones internas en todos los distritos a fin de encontrar una mesa de conducción colegiada que tendrá la participación de todas las ramas políticas que integran el Movimiento. Alcanzado ese objetivo, llegará la hora de las alianzas electorales con otros partidos políticos y sectores sociales que compartan los objetivos, porque el peronismo tiene vocación frentista.
Pero eso sí: el poder no se regala ni se presta. Se ejerce.
PD: para los curiosos que quieran conocer mi opinión sobre el "Movimiento Nacional Justicialista", les dejo este enlace.
https://miguelcontissa.wordpress.com/2007/06/22/1-peronismo-eje-de-un-movimiento-de-liberacion/