
Los libertarios digamos que sustentan sus posturas económicas, asegurando la existencia infalible de la “mano invisible del mercado”. Esta teoría económica planteada en sus orígenes por Adam Smith primero en “La teoría de los sentimientos morales” de 1759 y luego, donde se hizo más conocida, en “La riqueza de las naciones” 1776.
Sencillamente, la mano invisible dice que la búsqueda del interés propio en una economía competitiva conduce al bienestar de todos, porque de alguna manera se produce lo que la gente quiere en las cantidades que todos quieren.