Desde que el presidente Milei se hizo cargo del gobierno nacional y tomó todas y cada una de las medidas que nos condujeron a esta endemoniada demolición del aparato productivo y social del país, me estuvo dando vueltas por la cabeza una anécdota que, ya en aquel momento, me parecía descabellada pero que hoy puede que cobre sentido, porque muchas veces “la gente” (como llama la progresía al Pueblo) tiene comportamientos extraños cuando se la somete a límites indeseados o, en momentos de desesperación, a propuestas idílicas, tal como sucedió por ejemplo en Jonestown, Guyana, con el famoso caso de Jim Jones en el que se suicidaron en 1978, en un mismo acto, cerca de mil personas.